sábado, 30 de octubre de 2010

¿Crees que existe el infierno?‏

VASSULA

"Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos"(Mt 5,3).

"Bienaventurados", porque cuando reconocemos la condición de pobreza en que se encuentra nuestro espíritu, sólo entonces puede Dios elevarnos. "Cuanto más humildes lleguéis a ser, más fácilmente podrá elevaros Mi Espíritu Santo", ha dicho el Señor en los Mensajes. Cuando nos rebajamos hasta el suelo, incluso aniquilándonos, el favor de Dios está entonces sobre nosotros. Por lo tanto, no debemos nunca cesar de poner a prueba y examinar nuestro propio yo, porque buscar ante todo nuestra comodidad y la satisfacción de nuestro amor propio puede ponernos en riesgo de distanciarnos de Dios y acercarnos a las oscuras regiones del Demonio.

Durante la mayor parte de la vida de algunas personas, el Diablo parece dejarlas tranquilas. Van a su aire y viven la vida que quieren, olvidándose del hecho de que, si existe un poder para el bien en la creación, existe también lo contrario. En realidad, el Demonio no nos molestará si estamos viviendo sin Dios y nos mantenemos alejados de una vida de oración - a menos que elijamos denunciarle, enmendando nuestras vidas y convirtiéndonos en gentes de Dios. Cuando emprendemos esas actuaciones, aparecemos inmediatamente en el radar del Demonio.

La gente de hoy, incluso personas que conozco, ignoran a menudo la existencia de Dios, pero tampoco se dan cuenta del muy auténtico poder del Diablo y sus demonios. Ese indudable poder del mal odia que estemos en comunión directa con Dios, con Jesús o con los ángeles, y hará casi cualquier cosa para tratar de impedir que la voluntad de Dios se haga en la tierra.
Cuando el Señor dijo metafóricamente que arrastra las almas al desierto, donde les muestra sus pecados y las llena de remordimiento hasta el punto de aborrecerse a sí mismas, esta experiencia, por sí misma, las lleva a ser conscientes de que Dios está por encima de todas las cosas. De ahí en adelante ninguna otra cosa contará a sus ojos como antes; las cosas que creían y estimaban importantes, se convertirán de repente en cenizas para ellas. Ya no las desean como antes, de hecho se les vuelven intolerables, porque así de poderosa es esta clase de revelación del auténtico yo.

Después de darse cuenta de que Dios es "todo" amor, "todo" compasión y "todo" comprensión, y de que es nuestro Padre, y después de que Dios las ha llevado al verdadero arrepentimiento, el Demonio, que es una fuerza totalmente opuesta, mostrará su furia a esas almas que se le han escapado, con rabia y amenazas de destrucción. Les hará la guerra para volvérselas a ganar, sacándose de la manga toda clase de métodos. Por eso es aconsejable estar familiarizados con los Santos Sacramentos de la Iglesia y convertir nuestra vida en una oración incesante. Desde el momento en que les fueron mostrados sus pecados y se arrepintieron, las almas deben tratar con todas sus fuerzas de resistir a la tentación: en otras palabras, resistir al Demonio.

Para la mayoría de la gente, hoy día, toda la comprensión de la realidad del Demonio parece una invención medieval o una clase de superstición. Pero debemos entender, como lo hace cualquiera que eventualmente reconoce a Dios, que aparte de la manera en que nos representamos al Demonio, no hay la menor duda de su realidad y su presencia en nuestro mundo. El Demonio lo impregna todo y está tan presente en nuestro mundo como lo está el amor de Dios. De hecho, para muchas personas es más real.

Es cierto que apenas nos damos cuenta siquiera de que el Diablo está a nuestro alrededor, pero ése es su último truco. Su truco es esconderse y acercarse a nosotros desapercibido, pretendiendo no existir. Sin embargo, cuando vemos hoy el espíritu de rebelión que ha entrado en los corazones de las criaturas de Dios, y cómo han caído en la apostasía, y cómo se ha vuelto el mundo aún más malvado, cuando uno mira esas cosas con ojos espirituales, no puede negar la presencia de Satanás.

Me crucé con las palabras del Padre Marie-Eugène que escribió un libro titulado "Soy hija de la Iglesia". En ese libro, el P. Marie-Eugène dice: "Lo que está en juego en este encuentro entre lo humano y lo divino, entre la pureza de Dios y la impureza del alma, es demasiado importante para que el Demonio no intervenga en ello con todo el poder de que dispone."

He aprendido que el Demonio tiene también otro nombre: se le llama El Acusador, porque, el Día del Juicio nos acusará de cada pecado que hayamos cometido, mientras que Jesús nos estará justificando. Actualmente, cuando me encuentro con gente y converso con ellos sobre esos temas del bien y del mal, aunque veo que algunos muestran señales de no creerme, dedicándome una sonrisita, yo les advierto que tengan mucho cuidado de no hacer tonterías y engañarse, creyendo que el Demonio no existe.

A veces nos encontramos con actividades demoníacas extraordinarias que van de la mano con problemas mentales. El Diablo es un gran engañador; es un estratega y un legalista. Si encuentra cualquier resquicio en nosotros, ya sea por nuestro estado de pecado, nuestras faltas o nuestra debilidad, o si somos presa de una maldición, él, como buen legalista, dirá que tiene todo el derecho de hacer su sucio trabajo en nosotros, y a través de nosotros. Cada debilidad natural es como un imán que puede atraer a los demonios hacia nosotros. Satanás puede emplear muchos métodos diferentes para sorprendernos con la guardia baja. Puede venir como un ángel de luz, y puede imitar la acción de Dios. Pero aunque se presente bajo la forma de Jesús o de un ángel, no puede jamás simular la gloria y el brillo que irradia la presencia de Dios. Es sabido que Satanás es como un perro rabioso que está atado y no se puede acercar a ti, a menos que tú te acerques a él.

Cualquiera que le arranque almas, llevándolas a Dios, se convierte en una amenaza para él. Ésta es una de las razones por la que nunca pierde cualquier ocasión de apuntar hacia esas almas. Muy a menudo utiliza personas para sus propósitos; de la misma nada puede producir un acto de acusación para arruinar completamente al que quiere golpear. Pero eso no es todo; uno de sus actos más malvados consiste en sugerir en el alma "dormida" toda clase de ideas que producen en ella agitación y total inquietud, arrancándole toda la paz interior; por eso debemos permanecer alerta y cerca de Dios mediante la oración. No dejéis que os encuentre dormidos.

¿Por qué he pensado en hacer este retiro sobre este tema? He creído que es hora de compartir con otros la realidad del bien y del mal, de los ángeles y de los demonios, porque no son un mito ni han sido inventados por las Escrituras o cualquier otro libro santo para responder a las inquietudes del alma de la gente, ni tampoco para que reine la paz y el orden en nuestra sociedad y en la vida de las personas, sino que las Escrituras dicen la verdad. Hemos aprendido que multitud de ángeles cayeron, y más tarde cayó también el alma humana, y su caída atrajo el sufrimiento, el pecado y la muerte. Si no fuera por Dios, que ordenó que se hiciera la luz, y apareció la luz, todo el mundo espiritual se hubiera convertido en un caos y hubiera sido absorbido en un agujero negro, como lo son los asteroides que desaparecen.

Mucha gente, hoy día, prefiere no hablar de ello ni creer que el infierno existe como lugar concreto, mintiéndose a sí mismos y diciendo que el infierno está dentro de nosotros, cuando somos malvados o estamos atravesando un mal momento. San Padre Pío, dirigiéndose una vez a un hombre que afirmaba que no creía en la existencia del infierno, le contestó secamente: "Creerá en él cuando esté allí". El infierno fue creado después de la caída de los ángeles, después de la batalla entre San Miguel y Lucifer con sus adeptos. Ése es su dominio. Par empezar, tenemos que creer aquí en el mundo espiritual, tenemos que creer en lo sobrenatural, porque no significa que las cosas que no vemos con nuestros propios ojos, no existan. El cielo y el infierno existen. Se nos han dado y aún se siguen dando demasiadas señales de lo sobrenatural a personas normales, no a lunáticos, para que las ignoremos y les demos la espalda. La mayoría de la gente evita hablar de estas cosas y prefiere cambiar de tema o taparse los oídos. Si tienen miedo, significa que creen pero no quieren entrar en ese tema por distintas razones.

El 7 de marzo de 1987, nuestro bondadoso Señor me llamó para darme una visión del infierno. Dijo: "Quiero que escribas todo esto; quiero que Mis hijos entiendan que sus almas viven y que el mal existe. Todo lo que se ha escrito en Mi Santa Palabra no es mito. Satanás existe y busca la ruina de vuestras almas."

Durante estos años he aprendido una cosa interesante: que un demonio de rango superior puede imponerse y dar órdenes a un demonio de rango inferior para que las obedezca. Por ejemplo, cuando alguien está poseído por demonios de rango inferior y esa persona es exorcizada, el exorcista que ordena a esos demonios que se vayan no lo consigue a veces inmediatamente, aunque ellos quisieran salir de esa persona - porque también sufren quedándose en esa alma -, pero permanecen en ella porque recibieron órdenes de demonios de rango superior para que aguantaran allí.

Tenemos que ser conscientes ahora de que dar pie a Satanás supone darle derecho a entrar. La gente pregunta: "¿Qué clase de pie?" Los pecados.  Pecados acumulados cada día, como falta de caridad, dureza de corazón, falta de perdón, orgullo, hostilidad, calumnia, difamación, prejuicios y arrogancia. Satanás, como he dicho antes, es un legalista. Bajo esas circunstancias, dirá: "¡Ah, ésos son mis pecados favoritos y tengo derecho legal a habitar en esas regiones, porque me pertenecen!" Pero podemos socavarlo con la confesión. La confesión es también un poderoso acto de exorcismo.

Nuestra vida, pues, conscientes de que el mal existe efectivamente, debería girar en torno a Dios y en torno al amor divino, porque el amor une al alma con Dios y la pone bajo Su protección. Un alma no puede vivir sin Dios, sino que toma su vida de Dios; sin Dios nuestra mesa está vacía, pero con Dios nuestra mesa está llena. Toda persona que desee la salvación, sentirá la necesidad de arrepentirse, y Dios escuchará su arrepentimiento. Podemos ser liberados, sanados y protegidos del veneno del pecado y del maligno, si nos humillamos y reconocemos que el único remedio a nuestros males e infortunios es cambiar nuestros corazones mediante el arrepentimiento, y vivir una Verdadera Vida en Dios.

martes, 26 de octubre de 2010

LA SANACION A TRAVÉS DEL PERDON.

b.
LA SANACION A TRAVÉS DEL PERDON.
Todos deseamos la salud y cuando nos enfermamos, buscamos la
sanación tanto acudiendo a los médicos como pidiendo que oren por
nosotros. Y no siempre vemos resultados en ello; más aún, con el
tiempo los males se agravan. "Hay pocas cosas que sean una barrera
mayor para la sanación que la falta de perdón. Muchas veces la gente
con poca fe se sana por la tremenda fe de la comunidad, pero si las
personas por las cuales se ora albergan falta de perdón, no serán
sanadas hasta que no hayan perdonado. El poder sanador de nuestro
Señor Jesucristo no puede penetrar a través de la falta de perdón".
("Ministerio de sanación" del P. Roberto De Grandis
.)
De la misma manera, en nuestra vida espiritual sentimos sequedades,
noches obscuras, poca atracción en la oración y a pesar de nuestros
esfuerzos, poco o nada adelantamos .
. Es cierto que muchas veces las
sequedades y el no sentir gusto en la oración, son una prueba de
Dios; pero en la mayoría de los casos, es porque tenemos bloqueos
en nuestro interior que no nos dejan abrirnos al amor de Dios.
Una de las raíces de nuestras enfermedades tanto físicas como
espirituales, la encontramos en la falta de perdón.
Ante alguien que nos ataca, que viene para hacernos daño, tanto en
forma real como desde nuestra percepción subjetiva, surge en
nosotros el miedo, el enojo, el creernos culpables, el replegarnos
dentro de nosotros mismos para defendernos. "Cuando hemos sufrido,
conscientemente o no, hemos culpado a alguien por nuestro dolor o
por nuestro fracaso. Y la falta de perdón a ese que culpamos es lo que
ha trastocado nuestra armonía interior, y sigue siendo una espina que
no nos deja vivir libres. El perdón es lo que desata el nudo interior y
libera al hombre angustiado." ("Sanar un amor herido" de Víctor
Manuel Fernández).
"¿Cómo manejo el enojo, o la culpa? El enojo y la culpa son buenos
en tanto me ayuden a odiar el mal en una situación dada, de modo
que pueda cambiar lo que deba ser cambiado. Pero el enojo y la culpa
me pueden enfermar si me llevan también a odiar más que a perdonar
al que hace el mal. Si me enojo necesito perdonar al otro, y si me
siento culpable necesito perdonarme a mí mismo. El perdón es la
clave para la salud física y emocional.". ("Curso de oración" de los
hermanos Linn).


c.

EFECTOS DE LA FALTA DE PERDÓN.
Están bien reconocidos tanto por psicólogos como por directores
espirituales.
a.      A nivel espiritual. Toda la vida espiritual gira
alrededor del amor de Dios. S
. Juan, en su primera carta
(4,7-10), nos manifiesta que el amor nos viene de Dios y
no que nosotros hayamos amado a Dios.
Cuando no perdonamos, cuando negamos nuestro amor
al hermano, estamos poniendo trabas al amor de Dios, y
entonces nos quedamos secos de amor y por más que
hagamos y luchemos, no adelantamos. "Al estar llenos de
odio hacia nuestros semejantes, no podemos recibir el
amor de Dios que nos llega por medio de ellos. Jesús está
allí en nuestro prójimo (Mat. 24
, 45), Y al alejarnos del
prójimo nos alejamos de Jesús"
. (Hermanos Linn)
En donde más se nota en este alejarnos de Jesús es en la
oración. Hay mucha dificultar para orar y cuando se ora no
vemos respuestas; y no solo en el pedir nos encontramos
a obscuras, sino también en la alabanza, en donde se
traduce en un repetir frases de boca y nada más; nuestro
corazón queda cerrado por la falta de perdón.
El mayor bloqueo que ponemos en nuestra vida espiritual
es la falta de perdón, aunque no tengamos conciencia de
esa falta de perdón. Oigamos las palabras de S. Juan:
"Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
amor"
. No olvidemos que solo tendremos una vida
espiritual viviendo en Dios y con Dios. ¿Cómo podremos
tener contacto con Dios si no lo conocemos? Podremos
volver a orar y recibir de nuevo el amor sanador del Padre
cuando podamos perdonar.
d.      A nivel físico. La falta de perdón engendra odio,
venganza, resentimiento, tristeza y ellos envuelven toda
nuestra vida emotiva. Tal estado produce tensión en
nuestro sistema nervioso y a través de los años esta
tensión influye en nuestra parte física; muchas
enfermedades son fruto de estos estados de tensión y
sufrimiento. No hay que olvidar que el hombre forma una
unidad en su parte física, espiritual y psíquica; cualquier
parte de ellas que esté enferma, repercute en las demás
.


e.

En la práctica lo vemos cada día, cuando alguien dice: "Se
me encoge el estómago cuando pienso en mi marido, o
cuando pienso en mi mujer, o cuando pienso en esta o
aquella persona"; el recuerdo de una persona que nos ha
herido
y no la hemos perdonado nos revuelve las entrañas y nos afecta la parte física.
Muchas personas continuamente están pidiendo oración
por sus enfermedades físicas y no encuentran resultados
positivos. Pero cuando se han abierto al perdón, vieron
con sorpresa que sus enfermedades físicas también
sanaban. Incluso de artrosis profundas se han visto
librados cuando a través de Jesús han perdonado, tal
como transcribe un testimonio el P. Emiliano Tardif en su
libro "Jesús está vivo". La deducción es clara; estas
enfermedades estaban causadas por la falta de perdón.
NECESIDAD DE PERDONAR PARA SANAR.
El perdón es la clave para la salud física y espiritual. Qué triste es ver
a tantas personas que viven
y conviven con odio, con rencor, sin
perdonar a los que en un momento de su vida les ofendieron
y les
causaron daño. Pero mucho más triste es ver que esas mismas
personas rezan continuamente el Padre nuestro que Jesús nos
enseñó, sin tomar en cuenta sus palabras. "Perdónanos nuestras
ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden"
. No
podemos recibir el perdón de Dios, su amor, si nosotros no
perdonamos
. Bien claramente nos lo dice Jesús: "Cuando os pongáis
a orar, si tenéis algo contra alguien, perdonádselo, para que también
vuestro Padre celestial os perdone vuestros pecados. Pues si vosotros
no perdonáis, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras
culpas." (Mc. 11, 25-26)
El Señor nos habla con gran claridad. Si no perdonas, serás incapaz
de recibir perdón por estar resistiendo a la Luz. No perdonar es
permanecer en la obscuridad
y sin amor con lo que se impide obtener
el perdón de Dios
.
La relación de nuestros pecados y ofensas que nosotros cometemos
contra Dios no tienen nada que ver en magnitud con las ofensas que
un hermano nos puede causar. Y a pesar de ello, Dios nos perdona
nuestros pecados que son mucho más grandes, con tal que nosotros
perdonemos a nuestro hermano, en cosas tan pequeñas. El mismo


f.

Jesús nos da un ejemplo práctico para que mejor lo entendamos,
cuando nos presenta aquel señor que perdona a su siervo una deuda
inmensa que no podía pagar, solo porque se lo pidió, y este mismo
siervo no es capaz de perdonar a un compañero que le debía una
suma irrisoria. Conocemos cual fue la reacción del señor: que su
siervo sea llevado a la cárcel hasta saldar su cuenta, hasta siempre.
(Mt. 18, 23-35))
Perdonar, perdonar, perdonar siempre y ante cualquier circunstancia y
ofensa. Jesús, dándonos ejemplo, desde la cruz perdonó a sus
verdugos
: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". (Le.
23, 34) Y Jesús era completamente inocente. ¿Y yo soy siempre
inocente ante la ofensa de otro?
"Muchos piensan que perdonar es perder y no se dan cuenta que es
ganar porque nos libera de nuestros odios y resentimientos; nos
asemeja a Jesús que amó y perdonó a sus enemigos y nos abre el
perdón y la gracia de Dios. Perdonar es resucitar en nosotros la nueva
vida traída por Jesús. Perdonar y pedir perdón es como un relámpago
que anuncia una lluvia fecunda". (P. Emiliano Tardif).
¿Qué OEBEMOS HACERPARAPEROONAR?
La respuesta nos la da el mismo Jesús; "Amad a vuestros enemigos;
haced el bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad
por los que os calumnian" (Lc.6, 27 - 28). Cuando captamos la
necesidad de perdonar estas son las tres cosas que hay que hacer,
según Jesús: Amar, hacer el bien a la persona y orar.
a.       El primer paso es amar. El amor no significa un
sentimiento superficial y efusivo; el amor es una decisión.
No resulta fácil amar a quien nos causó daño; a nivel
humano es casi imposible. Es posible, con todo, si
amamos con Jesús, tal cual Élla ama.
b.      El siguiente paso, es hacer algo, a la
persona que nos dañó, con amo
r junto con Jesús. Pronto
nos daremos cuenta que lo que no deseábamos hacer
antes, empezamos a desearlo
.
c.      El tercer paso, es orar compartiendo nuestro
corazón con Jesús y tomando el suyo para hacer el bien
de esa persona y de nosotros.
"Mientras más hagamos esto, más agradecidos
estaremos, no por el mal mismo sino por el desarrollo que


g.

se genera o puede generarse de él, cuando amamos sin
egoísmos y sin esperar recompensa. En el grado en que
sabemos agradecer un daño, somos sanados".
(Hermanos Linn)
¿A QUIEN DEBEMOS PERDONAR?
En el fondo de toda herida interior hay un sufrimiento que nos hace
culpar a alguno de ese mal
. Pueden ser los propios padres, hermanos,
personas allegadas; puede ser igualmente que a quien culpamos sea
el mismo Dios; Y muchas veces nos culpamos a nosotros mismo.
a.       Perdonar al próximo. En nuestra relación unos
con otros, cada día nos herimos y nos dañamos. Y cada
día nos debemos perdonar unos a otros para que no se
vayan acumulando en nuestro interior bloqueos y
ataduras.
Perdonar no significa dejar de ser hombres y perder la
propia psicología, o convertirse en un ángel
. No hay que
entender el perdonar como una anulación del pasado y de
la propia sensibilidad. A una madre a quien le han matado
a su hijo no se le puede pedir que tenga cariño por el
asesino, si bien es una meta a la que se llega después de
un largo camino.
El perdón es un acto de la voluntad y no del sentimiento.
Por eso el primer paso que hay que dar es "querer"
perdonar. Hay que rechazar todo sentimiento de odio, de
venganza, de rencor, de desear el mal a quien nos ha
herido, que pague, que no pase inadvertido lo que nos
hizo. Mientras quede un mínimo y velado deseo de
venganza, será como un veneno que nos carcome
lentamente, nos quita la alegría de vivir, nos deja sin
fuerzas para luchar, no permite que maduremos, que
demos amor, etc.
Debemos pedir a Dios la gracia de salir de esa cárcel
asfixiante, pedir la gracia de "querer" perdonar
.
Muchas veces el perdón es superficial, solo aparente, no
brota del corazón. Ese perdón no libera, Sabremos que no
hemos perdonado de verdad si deseamos que la persona
que nos hizo daño le vaya mal, trato de criticarlo, no
soporto que hablen bien de él, no quiero recordarlo, me


h.

molesta mucho si lo veo pasar o lo encuentro en una
reunión.
El verdadero perdón cristiano es incondicional; es liberar
al otro de tener que sufrir por lo que me hizo. El perdón
auténtico incluye la decisión de amar al otro tal cual es
. (Extracto del libro "Sanar un amor herido" de V. M.
Fernández).
b.       Perdonarse a sí mismos. Muchos cristianos
pueden perdonar fácilmente a otros, pero no a sí mismos.
Tal vez éste sea uno de los aspectos más difíciles para
algunos. Aunque comprenden que Jesús les ha
perdonado, no son capaces de perdonarse a sí mismos
por sus pecados y ofensas; por er
rores cometidos, por
haber sido infieles a los propios ideales, por haber
defraudado a otros, por haber fracasado en algo
, por no
ser perfectos, etc.
La situación se agrava, si en nuestra infancia o
adolescencia se burlaron de nosotros y ahora queremos
demostrarnos que somos superiores.
Para recuperar el equilibrio interior es necesario
perdonarse a sí mismo. Para ello hay que reconocer que
no somos perfectos, que cometeremos errores, que
somos limitados, que tenemos luz y tinieblas, que no
somos ángeles, etc. Pero también hay que reconocer que
somos una criatura creada por Dios y que Él nos ama
, que
nos ha llenado de dones y cualidades, y que nos debemos
amar como Él nos ama, aceptar como Él nos acepta,
perdonar como Él nos perdona. El amar a Dios incluye no
olvidarse de sí mismo
, dándonos los pequeños y sanos
gustos de la vida.
c.       Perdonar a Dios. Otro de los obstáculos en la
oración de sanación es el resentimiento subconsciente
hacia Dios. Esto es más común de lo que imaginamos. Si
bien reconocemos que Dios es perfecto y que no puede
equivocarse, sin embargo subjetivamente nos revelamos
contra Él cuando, ante ciertas circunstancias de la vida, lo
vemos injusto, malo con nosotros, castigador. Ante la
muerte de un ser querido o de una persona joven, cuando
nuestra oración creemos que no es escuchada, ante una


i.

enfermedad o una contrariedad, principalmente si nos
creemos buenos y creemos injusto lo que nos hace
.
También en este aspecto necesitamos perdonar. Para ello
nos puede ayudar lo siguiente. Dios nunca manda cosas
malas, solo las "permite"
. Dios respeta el curso natural de
las cosas, y ordinariamente no hace milagros. Que
muchas de las cosas malas que nos suceden son obra de
nuestra condición humana y que Dios no las quiere. Que
hay cosas negativas en la vida que a la larga pueden
producir algo bueno
, aunque nosotros no lo veamos. Y
sobre todo, pensar que Dios nos ama con el más puro
amor de Padre y que Él todo lo ordena para nuestro bien,
siempre que nosotros no lo desviemos.
No permitamos quedarnos con el sentimiento de que Dios
es injusto. Presentémonos ante Dios y digámosle que nos
sentimos "ofendidos". Vayamos a Él como amigo y
digámosle las cosas claras porque sabemos que con el
amigo todo tiene una solución. Si no somos sinceros no
podremos sanarnos y nuestra re
lación con Dios se irá
debilitando. Dios mismo nos invita a presentarle nuestras
quejas, a discutir con Él. "Venqan y discutamos, dice
Yahvé" (Is. 1, 18)
Señor Jesús, derrama tu Espíritu sobre mí, para que pueda
entender la necesidad de perdonar y dame la fuerza necesaria
para que yo,
en Tu nombre, "quiera" perdonar a los que tanto me han ofendido. Amén.
Si te puede ayudar para pedir perdón, te presento una oración que
presenta diversas circunstancias de la vida en donde pudo haber
ofensa, pero tú déjate llevar por el Espíritu para que te guíe a
personas o grupos que tu necesitas perdonar.
Para terminar, transcribimos un testimonio que trae el P. Roberto de
Grandis en "Sana a tu hermano", En él se ve el poder sanador del
perdón en nombre de Jesús.
"Querido Padre: Hace dos días, se me pidió ir a orar con una señora
que ha estado enferma por varios años; su condición se iba haciendo
cada vez peor. Ella había sido operada, y en ese tiempo estaba bajo
estricto control médico para permanecer de espaldas en cama lo más
que pudiese
. Tenía serios problemas domésticos en su hogar.
"Cuando llegué a la casa de la señora, estaba echada de espaldas



~ rtes dolores en la cabeza, la columna y las rodillas. Hizo

• rzos para sentarse llorando y con tanto dolor, que tuvieron que arle a echarse de nuevo con mucha suavidad. Sabiendo que
'a problemas domésticos comencé a orar por su sanación
icolóqica. Estaba llena de resentimientos acerca de muchas cosas y
esar de encontrar difícil perdonar a su esposo y a sus hijos que la
taban mal, después de usar la imaginación creadora y de pedirle

ue pensara en el Señor Jesús, amándoles y perdonándoles, e invitándole a que ella hiciese lo mismo, ella por fin pudo perdonarles.
Pero cuando llegamos al momento de perdonar a la mujer con la que
su esposo estaba viviendo, ella empezó a temblar y a rechinar sus
dientes fuertemente. También se quejó de que los dolores de cabeza
se hacían más intensos. No podía decir "yo perdono" a aquella mujer.
Cuanto más resistía en perdonarla temblaba más fuertemente y sus
dientes rechinaban aun más, y sus gritos por su dolor de cabeza eran
más altos. Yo oré para que ella se liberara del espíritu de falta de
perdón y de sus resentimientos, y sólo después de diez minutos, ella
empezó a sollozar y finalmente dijo: "Yo te perdono porque Jesús te
ama". Inmediatamente se tranquilizó, y entró en lo que parecía ser un
sueño profundo
.
j.
Oré para que el Señor le sanara, le devolviese la integridad de su
salud y para que el Señor la llenase de paz, y pocos minutos después
le pregunté cómo se sentía. Todos los dolores de cabeza, de la
columna y de las rodillas habían desaparecido. Se levantó de su
cama, nos sirvió refrescos y en ese momento participó lo que había
sentido
. Alabado sea Dios.
"Yo he estudiado Consejería aplicada a la Pastoral en los Estados
Unidos, en verdad yo puedo decir que lo que se realizó allí por el
poder del Señor y por medio de la sanación interior
, hubiese tomado
por lo menos veinte a veinticinco horas de consejería para lograr la
sanación. ALABADO SEA DIOS
.
Hna. Paul, O.P.".